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Nuestro reciente trabajo por la libertad en Tailandia muestra cómo las redes sociales a menudo pueden ser un arma de doble filo: una herramienta para explotar a las personas y, en última instancia, poner fin a esa explotación.


Nuestros investigadores descubrieron a un adolescente al que se anunciaban servicios sexuales en X (anteriormente Twitter). Con sólo 17 años, su corta edad fue promocionada como un punto de venta. 

Trabajando en estrecha colaboración con las autoridades, nuestro equipo se puso a trabajar. Utilizaron esos tweets como punto de partida para construir un caso digital integral que demostrara que este adolescente estaba siendo objeto de trata. Esto permitió a la policía tomar medidas, sacarla de la situación de trata y arrestar al adulto que había estado publicitándola en línea.

Casi al mismo tiempo, parte de nuestro equipo de investigación se desplegó en un área donde la policía había sospechado durante mucho tiempo que los menores eran vendidos con fines sexuales. Encontraron a dos adolescentes trabajando en el local.

Pero tuvieron que confirmar que eran adolescentes antes de que las autoridades pudieran actuar. Una vez más, al incluir las redes sociales como parte de su estrategia, los investigadores utilizaron tácticas expertas para reunir evidencia que demostrara que estas chicas que habían conocido tenían solo 14 y 17 años. La policía pudo recuperar a las niñas y arrestar al perpetrador.

Todas estas niñas están bajo cuidado del gobierno y se las mantiene a salvo mientras se curan. Sus historias demuestran que cuando se trata de tráfico sexual, las redes sociales pueden dañar y ayudar. Los traficantes pueden utilizarlo, pero nosotros también. Y en estos y muchos otros casos, nuestro uso de estas plataformas nos llevó a la libertad.

¡Gracias por ser parte del empoderamiento de nuestros expertos para que sigan encontrando adolescentes y haciendo justicia a sus abusadores!